sábado, 30 de enero de 2010

Los hijos de la ESO

Érase una vez una ley educativa nacida en un frío laboratorio frankensteiniano ubicado en los sótanos de La Moncloa. Tan horrible resultó que la llamaban ESO. Ni hombre ni mujer. Una cosa rara. Todos la repudiaron. Incapaz de encontrar oficio ni beneficio, y a expensas de ser aprobada, se prostituyó sin pudor ni remisión. Se acostó con la INDOLENCIA, se despertó con la CONNIVENCIA, y se pasó por la piedra a la AUTORIDAD, el ESFUERZO, la HUMILDAD y el RESPETO. Tuvo millones de vástagos. Cada uno más burro, inconsciente, vago, maca, chulo o mimado que el anterior.
Son los hijos de la ESO, y lo mismo invaden las calles a golpe de botellón que parasitan las aulas escurridos de sus sillas hasta sentarse con el omoplato. No conocen el usted ni el por favor. Se expresan mediante sonidos guturales, tatuajes imposibles, incómodos piercings y un vocabulario medio de doscientas palabras. Son aquellos que te pegan la lijada con el coche tuneao circulando a 90 km/h en pleno centro, esos mismos que abren la ventanilla en los semáforos para llamar tu atención con su chumba-chumba machacón; esos que copan las ediciones de Gran Hermano y justifican lo impensable; aquellos que le rayan el coche al profesor que les ha castigado en el instituto; los que se hacen futbolistas y se pegan quince años cambiando de peinado, de calientapollas y de vehículo sin llegar a finalizar los estudios secundarios, que se ponen a hablar y nunca dicen nada, los que se les cruza el cable y le abren la cabeza al de al lado de un patadón; los mismos que aparecen en Generación Ni Ni y ni siquiera tienen que actuar: son ellos en su salsa; los angelitos que duran en el curro entre una hora y dos días, porque “no se ven” recogiendo basura o levantándose a las seis de la mañana; hablo de los neng que igual le cosen a patadas a la ecuatoriana del metro que atropellan al señor que se le ocurrió pasear al perro en una recta de puta madre para hacer carreras a tope; los que ligan por Internet de modo freaknético, beben diez cubatas por cinco euros la noche en el parking del súper y ahogan las farolas en meados, los que miran al mundo con desafío y superioridad supina, desprecian la edad y viven al día.
A todos esos, que ni están leyendo esto ni lo entenderían, quiero quitarles (casi) toda la culpa. La culpa la tiene la ESO. Eso de promocionar de curso aunque hayas suspendido veintisiete; eso de llamar tonta a tu madre y que no te propine semejante hostia que des cuarenta vueltas a tus calzoncillos como en los dibus; eso de fracasar escolarmente y que papá te compre la moto; eso de salir en la tele conviviendo con nueve frikis como tú y conviertan tu mierda en oro; eso de que siendo niño insultes a un adulto y mamá te ría la gracia en lugar de exigirte prestas disculpas; eso de resultar deportista de alto nivel y ganar cien veces más que lo que nunca ganará un científico, un escritor o una cuidadora, cuando tú ni siquiera sabes lo que es la crisis; eso de que te duermas antes de un examen y mami te firme un justificante por enfermedad; eso de que te den dinero para que te vayas de casa por unas horas; eso de comprarte el ordenador para que te relaciones y “estudies”; eso de que no se te puede gritar, ni castigar ni pegar porque te deprimes y frustras; eso de cambiarte el móvil para tenerte controlado; eso de que mamá gallina te sobreproteja hasta que jamás conozcas la palabra “esfuerzo”. Eso es el problema, y pensar que será gente como tú la que me tendrá que cambiar los pañales cuando me orine encima.

lunes, 25 de enero de 2010

Comer obscenamente

Soy un hedonista de la psique bajo los efectos de las sustancias y sus revelaciones oníricas y alucinatorias. Vivo en un mundo que trasciende las convenciones de éste.

Ayer estaba viendo una serie de porno murciano cuando aterricé, por culpa de la tecla equivocada, en la irreverente escena de un grosero banquete. Los inmorales comensales comían con la mano, chupaban sus dedos, mezclaban salsas, hacían ruido al ingerir. Para mayor escándalo, no era la desagradable maniobra de dos pobres cónyuges obligados a masticar en público por dinero o vicio. Era una bacanal de todos con todos: abuelos con dientes de metal, embarazas de cuatro meses –hay que ser enfermo-, sebosos cuarentones, monjas, hasta niños. ¿Puede haber algo más desviado que enseñar menores comiendo pollo y sopa con arroz? Casi me da un ataque. No me extraña que luego se vuelvan inestables con tanta inconsciencia. Si hasta existen clubs donde la gente se reúne furtivamente para comer en público, e incluso los cristales son transparentes para que los viandantes los vean denigrarse de ese horrible modo. Se llaman de modos diversos pero no por ello menos variopintos: Restaurantes, hamburgueserías, bares, pizzerías… horribles templos de calorías. El otro día estábamos en una orgía en el parque y pasó un sinvergüenza mordiendo un perrito caliente. ¡Pero qué asco! Nos quedamos todos fríos. A mí me dobló la erección, a fulanita le puso los muslos de gallina, a mengano le causó graves vómitos, y hasta zutana abandonó las riendas de su montura y se sentó desnuda a rezar, con el frío que hacía, por haber presenciado semejante aberración gastronómica. Dicen que quieren subir la edad de acceso a los supermercados de 18 a 21 años. Aún me parece poco. Vale que por obsceno que sea todos debemos alimentarnos, pero al menos que no hagan apología. Sobre todo por los más sensibles. Caminar, estudiar, cantar, follar, conducir, leer… son actividades sanas, cotidianas y al alcance de todos, pero los alimentos son terriblemente nocivos si no se toman en la más estricta intimidad. Como mucho con tu pareja. En fin, que cambié de canal horrorizado y pude desconectar con un trío extremo que echaban en la cinco.

jueves, 21 de enero de 2010

AVATAR 7.0

1
Avatar va de unos pitufos estirados que son atacados por una panda de humanos malnacidos por el mero hecho de que bajo su árbol sagrado –un chopo gigante– hay toneladas de un preciado mineral. Tan gordo es el pastel que hasta el ejército apoya la invasión pecuniaria.

2
La historia alegoriza el descubrimiento, colonización y exterminio de los pueblos americanos desde los Grandes Lagos hasta la Tierra de Fuego, permutando la excusa religiosa de entonces por el montante económico de ahora. El ángulo con el que se muestra la cinta no deja lugar a dudas respecto al posicionamiento del autor, y recuerda una vez más que “el hombre es un lobo para el hombre y para el lobo”. De todas las culturas aniquiladas, los Na’vi recuerdan especialmente a los indios por sus estilizadas figuras, sus cuerpos semidesnudos, sus pinturas de guerra y su armonía casi total con el entorno natural. No deja de ser curioso que el protagonista se llame Jake Sully, como el Byron Sully de la Doctora Queen, aquel misterioso pseudoaborigen que bebía de las civilizaciones indias y colonas con mesura y paz interior, intentando unir ambos mundos sin que colisionaran dramáticamente.

3
El horrendo mundo real desaparece cuando uno cierra los ojos y sueña que tiene poderosas piernas, que la hija del jefe está por ti y que se puede ser feliz en taparrabos saltando por la selva y domando pajarracos al más puro estilo tarzanesco. Lástima que todos los sueños se acaban cuando uno despierta o se pasa el efecto del tripi y hay que enfrentarse a la macabra verdad, entronizada en el mando militar, su beligerancia y su ausencia de palabras amables. En este sentido el filme parece una sesión de escapismo virtual.

4
Avatar habla de la sempiterna dicotomía humana entre el bien y el mal, y de esos oscuros rincones de una realidad multipoliédrica, subjetiva y parcial donde ambas polaridades se reúnen, confrontan y desdibujan sin solución.

5
El progreso sostenible frente a la ambición desmedida genera desencuentros galácticos con mensaje ecológico de fondo. Una vez más, la ciencia se opone a la especulación y de paso se alía con los preceptos religiosos de armonía cósmica y serenidad interrelacional. Las oposiciones son numerosas: El ruido frente al silencio, la violencia frente a la paz, la maquinaria contra la naturaleza, la agresividad frente a la realización interior, la prepotencia contra la humidad, el americanismo frente al naturismo.

6
Avatar suena muy parecido al galicismo inglés “abattoir”, cuyo significado es “matadero”. ¿Es un preludio de lo que será Pandora cuando nuestros ojos se hayan enrojecido tras dos horas de tres-de? Por otra parte, un fotograma muestra claramente el avión de la única soldado “buena” con su apellido bien serigrafiado en la chapa: “Chacon”. ¿Será que el Ministerio de Defensa español con Carme a la cabeza subvencionó parte del largo para conseguir unos votos de modo subliminal? ¿Formará parte de la campaña de hollywoodación socialista iniciada con el burro de Shrek con los rasgos de Rubalcaba? ¿Habrán utilizado el mismo programa informático que con Osama Bin Llamazares?

7
Lo último de Cameron es una lucha interior entre el superego, el ego y el ello, entre una racionalidad injusta y un instinto armonioso, entre destruir y comprender, entre la intolerancia y la apertura. El viaje de Jake no es tan sólo digital; es sobre todo mental. Al principio es un ser sin ilusión ni aspiraciones vitales. Paulatinamente descubre su lugar en el universo, un tanto apocalíptico, pero pleno de principios existenciales y preceptos de alto contenido filosófico. Su comunión con el mundo natural supone el redescubrimiento de lo orgánico como tesoro máximo del hombre frente a la amenaza de lo robótico. En este sentido Avatar no es sino una novela pastoral cuyos más elevados axiomas son la búsqueda de la paz interior en la naturaleza y la supremacía de lo rural frente a lo urbano, tema recurrente de la alienante Inglaterra post-industrial.

domingo, 17 de enero de 2010

El club de la mentira (2ª Sesión)

2º SESIÓN

DANI: - ¿Es tu primer día?
BALTA: - Sí.
WENCES: - Hola, soy Wences, coordinador de la terapia. ¿Cómo te llamas?
BALTA: - Baltasar, podéis llamarme Balta. Oye, ¿qué nombre es Wences?
CUSTO: - Es Wenceslao. Yo soy Custo, de Custodio. Estos son Dani, Merche y Matthews. Falta Fran, que no creo que tarde.
BALTA: - Pues mucho gusto. Encantado de conoceros.
CUSTO: - Unos putos huevos. ¿Quién cojones eres?
BALTA: - ¿Cómo?
WENCES: - Pues que no sabemos cómo has llegado aquí. ¿Qué persigues?
BALTA: - Pues participar de la sesión y eso.
CUSTO: - Ya, so listo. ¿Sesión de qué? ¿Saco la guija? ¿O nos hacemos unas pajillas? ¡Quién coño eres!
MATTHEWS: - Cálmate, Custo.
CUSTO: - No, Mat. Este tío se ha colado aquí sin ser invitado. ¿Qué quieres, echarte unas risas o desvalijarnos, eh, tío mierda?
BALTA: - Pero, pero si yo no…
WENCES: - A ver, Baltasar. Como supongo que no eres un rey mago tendrás una explicación para tu inesperada presencia aquí…
MERCHE: - Lo que está claro es que no has seguido el procedimiento habitual.
MATTHEWS: - ¿Cuál es el procedimiento habitual?
WENCES: - Contactar conmigo por correo electrónico como habéis hecho todos, menos Balta.
BALTA: - Es que no sabía que había que hacerlo. Sólo quería saber.
DANI: - ¿Cómo te has enterado de que existe esto entonces, si no has leído el anuncio del periódico, eh chatín?
BALTA: - Vale, vale. Me habló de esto un amigo.
WENCES: - ¿Qué amigo, pimpollo? Escúpelo antes de que llame a la autoridad y te metan un paquete por allanamiento de mi local.
BALTA: - Está bien. Un amigo de Fran.
CUSTO: - ¿Y cómo te vamos a creer si Francisco no está aquí hoy?
BALTA: - Oye, mira, está claro que no soy bienvenido. Joder, he venido aquí porque me lo dijo una persona muy cercana a él.
CUSTO: - ¿Quién?
BALTA: - Su novio Richi.
WENCES: - Pareces molesto. ¿No querías soltarlo?
BALTA: - A ver, es que lo de Richi y Fran hay gente que no lo entiende.
DANI: - Mira, Balta. Aquí no hay secretos. Es lo que tiene esto de bueno, aquí todos dicen la verdad.
BALTA: - Entonces estoy en el sitio correcto.
MERCHE: - Aún no sabemos quién eres ni qué quieres ni cuál es tu relación con Fran.
BALTA: - A Fran lo conozco hace tiempo, pero de quien de verdad soy más amigo es de Richi. Él me ha hablado de este sitio.
CUSTO: - Pero qué dices, hombre, si el pavo ese no sabe que existimos.
BALTA: - Te equivocas. Hace un par de días que sabe que Fran viene aquí a terapia. Al parecer han hablado. De hecho, si yo estoy aquí es porque Francisco le recomendó a Richi que me mandara.
WENCES: - Pero es que así no se hacen las cosas, Balta.
BALTA: - No, si de eso ya me he dado cuenta. Perdón por molestaros.
MATTHEWS: - Venga, Balta, no te enfades. Es sólo que nos ha pillado a todos de sorpresa. Esto es algo restringido y así debe seguir.
CUSTO: - Bueno, y ¿qué tripa se te ha roto?
BALTA: - No tengo valor para afrontar mis problemas con madurez.
MERCHE: - Está bien. ¿Quieres empezar?
BALTA: - Prefiero que sea otro. Estoy un poco ofuscado con tanto interrogatorio.
DANI: - Te pedimos disculpas, Balta. Si eres sincero, respetas a los demás y eres discreto aquí eres bienvenido.
BALTA: - Gracias, David.
DANI: - Dani, soy Dani como las conservas.
WENCES: - Venga, ¿quién va pues? Que ya hemos perdido casi un cuarto de hora.
MATTHEWS: - Yo quiero hablar, si me lo permitís.
MERCHE: - Claro, Matthews, aún no conocemos cuál es tu debilidad.
MATTHEWS: - No sé conducir.
CUSTO: - Vaya historia. ¿Y?
MATTHEWS: - Pues que soy conductor de autoescuela.
WENCES: - ¿Cómoooor?
DANI: - Pero eso no tiene sentido, Matthews. Los alumnos se quejarían.
MATTHEWS: - No lo saben.
MERCHE: - Pero vamos a ver, Matthews, a ver si me ha dado un jamacuco por culpa del gripazo que llevo. Entonces, ¿cómo conduces?
MATTHEWS: - No conduzco. Las clases las empiezo en el garaje y el coche me lo deja preparado el guarda, que se pega toda la noche moviendo los vehículos pa’ke quepan todos en esa caja de cerillas. Yo me siento de copiloto y los chavales arrancan el coche.
CUSTO: - Pero a ver, Matthews. ¿Cómo vas a ser profesor de autoescuela y no saber conducir? ¿No ves que es absurdo?
MATTHEWS: - No, no lo es. Sé cómo se conduce, me conozco todas las putas señales y todos los giros y callejones de esta ciudad. Manejo los pedales con bastante soltura. Es sólo que no sé llevar un vehículo. No he cogido un volante desde hace veinte años. En teoría sé cómo se conduce pero no puedo hacerlo.
MERCHE: - Pero, ¿es seguro ir contigo en el coche?
MATTHEWS: - Nunca hemos tenido accidentes. Lo peor que me ha pasado fue una cría que se comía al de alante y tuve que frenar con brusquedad.
WENCES: - ¿Y os chocasteis?
MATTHEWS: - No. Lo único que la chavala se puso a llorar y se bajó del coche mientras todos pitaban porque obstaculizábamos el tráfico. Me puse histérico. Cuanto más le gritaba a la chica diciéndole que se montara otra vez ella más lloraba. Yo sin embargo era inflexible. Estaba aterrorizado ante la idea de coger mi trastomóvil y llevarlo a casa. Tanto que le chillé más fuerte hasta que se volvió a meter. Le dije que si no arrancaba ella sola jamás conduciría en su puta vida. Y la pobre cría tragó mocos, encendió el motor y me salvó el culo entre amargas lágrimas. Aprobó poco después y me abrazó con gran emotividad. Me dio las gracias por no atender a sus sofocones y obligarla a superar sus miedos. Me confesó que yo le parecía un hijodeputa hasta que comprendió que lo hacía por su bien. En aquel momento me sentí un grandísimo montón de mierda despreciable y ruin, pues yo sabía que mis intereses eran solamente no enfrentarme a mis temores aunque la niña temblara de pánico. Mi cobardía la hizo madurar todo lo que yo no he tenido cojones para hacerlo. Sentí envidia por ella y asco por sentir su afecto incondicional cuando merecía una patada en los huevos. Después continué dando clases teorizando cómo hacerlo y siendo incapaz de conducir a efectos prácticos.
DANI: - Pero, ¿y nunca te hacen coger el coche para cualquier cosa?
MATTHEWS: - Siempre lo llevan los chicos. Yo siempre digo que estoy hasta el gorro de conducir. Lo mueven de puerta a puerta. Si hasta les hago volver conduciendo a los que han suspendido el práctico. Soy un gusano inmundo y no merezco vivir.
CUSTO: - No te tortures, Matthews. Aquí todos tenemos cosas que confesar.
MERCHE: - Sí, todo lo que escondemos en la vida real.
WENCES: - Por eso somos el club de la mentira.
MATTHEWS: - Ala pues.

domingo, 10 de enero de 2010

El club de la mentira (1ª Sesión)

DANI: - ¿Es tu primer día?
MATTHEWS: - Sí.
FRAN: - ¿Cómo te llamas?
MATTHEWS: - Mi nombre es Matthews.
TODOS: - Hola, Matthews.
MATTHEWS: - Hola, chicos, ¿qué tal va eso?
MERCHE: - Pues vamos tirandillo, Matthews.
WENCES: - ¿Quieres hablarnos de ti, Mat?
MATTHEWS: - Aún no estoy preparado.
CUSTO: - Está bien. Nadie te obliga a participar hasta que no estés listo. ¿Conoces las normas del club?
MATTHEWS: - Creo que sí, pero si me las recuerdas…
WENCES: - Respeta y escucha a los demás. Sé puntual. Y sobre todo, jamás mientas aquí. Todos somos unos cobardes fuera de esta sala, pero aquí sólo decimos la verdad.
MATTHEWS: - Comprendo.
CUSTO: - ¿Quién quiere empezar hoy?
FRAN: - Yo, chicos, si puede ser.
DANI: - Claro, Fran. Cuéntanos.
FRAN: - Richi me ha obligado hoy a realizarle una felación.
CUSTO: - Vaya, Fran, lo siento de veras. ¿Ha sido muy duro?
FRAN: - Ha sido asqueroso. Casi vomito.
MERCHE: - ¿No podías negarte?
FRAN: - Prefiero esto a hacer el amor con él otra vez.
WENCES: - Lógico. Ah, Matthews, te ponemos al corriente: Fran es un gay arrepentido.
MATTHEWS: - ¿Cómo?
FRAN: - Sí, yo te cuento. A los dieciséis años mi identidad sexual se reveló y salí del armario. Fue un shock para mi familia. Mi hermana dejó de hablarme. Mi padre sufrió una angina de pecho. Mi madre dijo que yo no era su hijo. Les costó bastante perdonarme. Cuando cumplí veintiuno y les presente a mi novio Richi empezaron a comprender que no podían hacer nada. Lo acabaron asumiendo. En el colegio también fue una tortura. Hasta me desgarraron el ano con un palo de escoba. Fui de culo durante muchos años.
MATTHEWS: - ¿Eso era un chiste?
FRAN: - Más o menos. Aprendes a vivir con el humor de los heterosexuales. No te queda otra.
MERCHE: - Cabrones hijosdeputa.
FRAN: - Calma, Merche, ahora lo veo todo diferente.
MATTHEWS: - ¿Qué quieres decir?
FRAN: - Hace cinco meses descubrí que no me gustan los tíos.
WENCES: - Fran, yo sigo pensando que igual es una crisis de identidad.
FRAN: - No es una crisis. Los penes me producen muchísima aprensión. Ya no soporto el sexo anal. Y me pirro por las mujeres. Llevo cinco meses que se me van los ojos detrás de cada escote. Las tetas gordas me pierden.
MATTHEWS: - ¿Cómo te diste cuenta?
FRAN: - Un día Richi y yo tuvimos un rato de revolcón y al acabar me sentí como violado. No me gustó nada. No le di importancia, pero el mero contacto de mi novio no hacía sino incomodarme. Empecé a poner excusas. La relación está bastante rota, pero no puedo negarle algo de sexo semanal. ¡Me da una cosa!
CUSTO: - ¿Y si fuera que ya no te gusta Richi pero sí los hombres?
FRAN: - A ver, Custodio, para que me entiendas, llevo cuatro meses yéndome de putas para desfogarme, ¿comprendes? Consumo muchísimo porno y estoy más salido que un adolescente en una fiesta de pijamas. Me gustan las yeguas, y no quiero saber nada ni de osos ni de salchichas. He dejado de entender.
DANI: - ¿Qué vas a hacer?
FRAN: - Lo mismo que vosotros. Fingir hasta que la solución aparezca, hasta que reviente el mundo o que los cojones que tengo para frecuentar los clubs los tenga también para dejar al hombre con el que vivo y cuyo contacto me repugna.
MATTHEWS: - Es una putada.
FRAN: - No, Mat. Es una mariconada y además de mentira.