miércoles, 18 de septiembre de 2013

Anatomía del brasas

Tengo una máxima en conversación: habla siempre que vayas a decir algo interesante para los demás; y si les va a importar un carajo, deja espacio acústico para que los oyentes también puedan contar sus batallitas.
No siempre cumplo la norma, pero al menos cuento historias breves, anécdotas rápidas y aventuras digeribles. La tortura acaba pronto.
Otra cosa son los brasas. Lo primero que los delata es su afán por monopolizar la tertulia hasta remozarla en simple conferencia. Sin ruegos ni sugerencias. No hay silencios, no hay preguntas. El pavo se encuentra en su salsa, se regala los oídos y se gusta como si fuera el Barça ganando 6-0. El final de la charla sólo lo marca algún motivo de fuerza mayor: suena el timbre, sacan el postre, empieza la peli, pasa un taxi, se topa con otra víctima, da a luz su hija…
Aparte de la cantidad de abuso verbal del brasas está la calidad del discurso. Generalmente lo que cuenta el amigo no le interesa a nadie. Es un auténtico coñazo. La temática es variada: yo, mi trabajo, yo, mis hijos, yo, mi ocio friki, yo, mis vacaciones nada originales, yo, las heces de mis hijos, yo, la mili propia, yo, la carrera de mis hijos, yo, mi carnet de conducir, yo, mi bajada de humos a la funcionaria, segurata o pollera, yo, yo, yo… Sé que este párrafo es un tostón, pero tratándose del manual de estilo del colega no había diversión posible.
El brasas es egocéntrico. Que te escuchen es un ejercicio de generosidad. Rara vez concede ese honor a los demás. Verbalmente hablando, convierte el oro en paja. No se da cuenta de que a todos, en un contexto cálido, les apetece relatar sus propias guerras. La gente que habla demasiado es sistemáticamente esquivada y temida. Su alocución aburre y los oyentes desean que se acabe rápido la reunión. La maldita educación protege a los tiranos del parlamento.
Las personas que escuchan y conversan cuando se les pregunta, por el contrario,  son valoradas y queridas. Su actitud es apreciada considerablemente, y aunque tarden meses o años en ganarse la admiración del respetable, su efecto es mucho más duradero. Todos queremos amigos así, pero debe ser que escasean en este mundo de narcisismo comunicativo. 
Hay soluciones para no ser un brasas de libro. Puedes escribir en un blog todas las gilipolleces que quieras sin daño colateral. El que quiera leerte lo hará, y el que piense que hablar de los pesados es un rollazo, pasará de largo. Y aquí paz y después gloria. Por eso me gusta escribir. Porque se puede cascar y cascar y soltar miles de ideas, pensamientos, sensaciones, curiosidades, reflexiones o sentimientos sin ahogar a nadie en el tedio. Un escritor no se ofende. Un bloguero no se entera. Un brasas no sabrá a veces ni dónde trabajas; y tú, si has desconectado, tampoco sabrás las notas del colegio de sus hijos o el color de sus esputos.
Una buena táctica para afrontar una jornada con pesados de éstos es agruparlos y… que nadie se asuste, no vamos a meterlos en una zanja. Una solución efectiva es, decía, juntarlos por un rato. No siempre funciona, pero muchas veces se contrarrestan a la perfección. Y los otros descansan maravillados del milagro de la creación: ¿Cómo pudo Dios hacer gente así y no repartirlos más entre las familias?

6 comentarios:

  1. jajajajajajjaa, pues en mi familia está muy bien reaprtidos, uno en cada casa y en alguna incluso dos, la verdad es que todos podemos ser algo brasas en cualquier momento ;)

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  2. Ja, ja, ja!!! En todas las familias hay un brasas!!!

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  3. Muy divertido y cierto...Siempre hay uno en todas las familias, y en la mía lo hay....

    Un abrazo Drywater

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  4. Jajaja,,,tienes toda la razón Dry, pero te digo una cosa, para mi no existen diferencias. Ni blogs, ni libros, ni en carne y hueso. Lo mismo que puedo dejar de leer un libro o un blog, a un pelmazo se lo digo a la cara y le dejo con la palabra en la boca. En ese aspecto hay que ser sinceros, sino, te aguantas y aguantas el rollo y terminas con un ardor de estomago terrible. ¿No te ha ocurrido a ti nunca lo del ardor? Acojonante.

    !!Abrazoss Dry!!!

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  5. Una lástima, sí, pero me identifico con el post, soy un brasas...

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  6. En mi trabajo tengo que aguantar unos cuantos brasas de estos cada día...el problema es cuando se junta la característica "brasas" con la de "sabelotodo" dando lugar al temido brasasabelotodo, un cansino inaguantable que te dan ganas de taparle la boca con un calcetín sudado.

    A veces creo que los brasas tienen una imaginación más grande que la Stephen King, no puedo crear que pasen tantas cosas interesantes en su vida como para contarlas durante horas.

    ¡Salud y ojalá no te cruces con un brasas hoy!

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