jueves, 16 de mayo de 2013

Oblivion: La boda del ebrobús maldito (3/3)

Jack todavía visualizaba los tristes acontecimientos del ebrobús mientras en su cabeza se agolpaban los interrogantes. ¿Por qué no había esqueletos de los siluros en el lecho? ¿Qué había atacado al drone de reconocimiento?
Oyó un zumbido a su espalda. Una voz robótica acompañó un escaneo automático.

–Técnico de mantenimiento 49: Jack Harper –dijo el drone.
–Oye, 466, ¿detectas alguna forma de vida? –inquirió Harper.
–Registrada una forma de vida en las coordenadas 345-298.
–Eso es el charco. Quédate aquí, 466. Voy a echar un vistazo y no quiero volver a repararte.

Jack Harper giró la cincha de su pecho hasta que el fusil electrónico de asalto vino a sus manos. Una vez armado y preparado, se acercó hasta la poza de agua. Cuando estaba a metro y medio, un pez gigantesco saltó de su interior y se llevó medio fusil de un bocado. El drone 466 vino zumbando y disparando lásers a diestro y siniestro, pero el bicho saltaba y saltaba sobre la arena hasta que la imprudencia del robot le convirtió en presa fácil del siluro. Éste mordió las ametralladoras y las arrancó de cuajo. Se sumergió en el charco y luego volvió hacia Harper. La carne era mucho mejor que el metal. Dónde va a parar. El mecánico estaba en jaque. Sujetaba al tremendo pez con sus manos evitando así la terrible mordida. Entonces tuvo una idea:

–466, ¡escanea el charco!
–Sima marina excavada en el lecho del río. Tiene 20 metros de profundidad. Está llena de monedas de 2 céntimos, huesos de humanos y raspas de peces, además de una pierna ortopédica, seis móviles, una Virgen del Pilar de 150 kg, un vaso de la Expo 2008, un león de bronce, una lancha de bomberos, dos bizis Zaragoza, una hormigonera, tres sofás y otros objetos no identificables. Conocida como Pozo de San Lázaro. Decían las leyendas que llegaba hasta el centro de la Tierra, o que era una puerta al infierno, que comunicaba con el Mediterráneo por Tortosa, y que todo lo que se tragaba no lo devolvía. En 1971 se tragó un autobús y…
–¡Cállate, cables! –dijo Harper un tanto apurado–. ¿Puedes succionar toda el agua?
–¡Qué dices, Harper! ¿Te has pensado que soy una fregona o qué? Harían falta seis centinelas para semejante capacidad.
–¡Vale, pues activa el refrigerador! ¡Quiero que congeles el agua!
–Iniciando ajuste del termostato –indicó 466.
–¡Pero ya, coño, que se me va a comer el tiburón!
–Qué puntillosito eres, técnico 49.

El drone tardo 35 segundos en congelar la superficie del pozo. El siluro gigante, necesitado de agua, abandonó momentáneamente su presa y se tiró al charco, sólo para resbalar por su helada placa. Dio seis brincos sin suerte y empezó a asfixiarse. Jack se levantó aliviado y se sacudió la arena del traje. Mientras el pez agonizaba, encendió su radio.

–Aquí el ingeniero de mantenimiento Jack Harper. ¿Me recibes, Vica? Necesito repuestos de ametralladora láser para el drone 466.
–¿Qué ha pasado, Jack? –inquirió Victoria.
–Los siluros se comieron a las demás especies, pero con la gran sequía se refugiaron en un pozo subterráneo en el río. Al final se zamparon unos a otros y…
–No me cuentes tu vida, Jack. ¿Somos un equipo eficiente?
–Sí –respondió Jack–, somos un equipo eficiente.
–¿Seremos eficientes esta noche, Jack? He preparado el jacuzzi de neones…
–Claro, Vica. Seremos muy eficientes. Por cierto, ¿sabes cocinar lubina al horno?

Vica cortó sin contestar. No le gustaba nada que Harper trajera pingos radioactivos de la Tierra. Era un puto moñas. Mientras Jack recogía su material, el drone 466 abrió el micro una vez más.

–Drone 466 operativo al 67 %. Esperando repuestos de ataque. Los siluros no son tiburones.
–Vete a la puta mierda, 466.

2 comentarios:

  1. Ja, ja, ja!! Pero que ida de tarro, no?? LAs tres partes muy originales.

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  2. Ida de tarro o no, desde luego supera en originalidad a la original. Además de lograr sacarme varias carcajadas.

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