viernes, 22 de marzo de 2013

Sobredosis digital



¿Cuál es el mejor invento de la humanidad? ¿El mando a distancia, la escoba, el GPS, el matasuegras, los Todo a 100 chinos, el tigretón, el whatsapp, la cinta aislante, el dolor de cabeza, la faja reductora, la olla a presión, el plástico…?
Tamaña pregunta no augura una respuesta fácil. Podríamos despojarnos de todo accesorio y valorar cuál ausencia duele más. Personalmente me quedaría con el agua corriente. Siempre me ha parecido fascinante que moviendo una palanca un océano de posibilidades hidratase tu vida, regulando además, por el mismo precio, caudal y temperatura sin derramar una gota fuera de su órgano de gestión residual.
Para los que no lo tengan tan claro, y no les conquiste ninguna de las opciones del primer párrafo, siempre se puede apostar sobre seguro en los últimos avances. La postmodernidad nos ha traído cambios tremendamente sustanciales. Hablo de la revolución digital. Piensen en todo tipo de material mutado mágicamente de lo físico a lo etéreo. Las fotos, por ejemplo, eran un cartucho de 36 oportunidades para inmortalizar unas vacaciones a precio de oro. Y la mitad de las veces resultaban movidas, desenfocadas, oscuras, con huellas o contraluces. Llegó la cámara digital y el vicio de inmortalizar escenas, retratos y paisajes se hizo compulsivo.
La música reventó también con el nuevo formato. Se acabaron los cassettes, vinilos y CD’s. Ahora todo se emepetriza y se almacena en ligeros dispositivos de audio, gigabíticas computadoras y bolsillescos pen-drives. Las canciones se buitrean de Internet y se comparten en emule, que es como una gigantesca orgía para archivos liberales.
La del video es otra guerra ganada por la digitalización. Los DVD’s parecen resistir el tirón, pero cuando menos comparten escenario con los avis facilones y los mpgs ventajistas. El mismo pen-drive o el disco duro han borrado de la faz de la tierra el soporte físico, y los discos duros extraíbles sólo han agravado el problema. Ahora los CD’s son a menudo posavasos o ahuyentamoscas.
Con todo, la revolución digital más impactante y a la vez menos reconocida ha sido la textual. Hasta hace poco los documentos escritos se fotocopiaban o redactaban sobre rudimentarias máquinas de escribir, imposibilitando la edición, corrección, marginación, tipología y manipulación de lo ya concebido. Hoy escribes con faltas y te las marcan automáticamente. Si tienes el nivel de horterización necesario, puedes poner la letra de Mickey Mouse y adjuntar imágenes vomitivas. El ordenador todavía no censura.
Pero todo tiene un límite, y en la comunicación lo hemos superado. Bien está que uno llame por móvil, se oriente con GPS y cambie la biblioteca por el Google, pero la dependencia digital se ha hecho tan acusada como innecesaria. Adictos al whatsapp me han confesado que se pegan el día entero dándole a la tecla, y no es raro estar con alguien que no está, cuyos cinco sentidos y diez dedos se han marchado a miles de metros físicos, y a escasos segundos digitales. A mí, que me perdonen todos los colgaos del android, pero un contacto digital nunca será mejor que uno físico, salvo entre las piernas, donde viene a ser muy parecido. 
 

4 comentarios:

  1. Muy bien traído el final, je,je!

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  2. Yo, sin duda, de todos los inventos que has mencionado,me quedo con el Tigretón, y si le pudieras poner un Bucanero y un Pantera Rosa, que desaparezcan todos los ordenadores. Aún recuerdo cuando en estos pastelitos regalaban diapositivas de monumentos del mundo. Daría una oreja por la del Taj Mahal.

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  3. ¡El salmón ahumado! jajaj, y sí, la virtualidad y su relación con la realidad es complicada, que le pregunten a un tal Alonso Quijano ;) pero creo que el esp´ritu humano sabrá resistir..al menos las acometidas de Mickey Mouse...jejej, muy buen final

    Un abrazo :)

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  4. Einstein fue el que dijo que “Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo solo tendrá una generación de perdidos/desconectados”.

    O eso he leído en internet (que ironía) y si no lo dijo Einstein, creo que debería haberlo dicho porque ha llegado ese momento en que la tecnología ha sobrepasado nuestra humanidad. Eso de estar tomando café con alguien y que ni te mire a la cara por el puto móvil... Me saca de mis casillas.

    Abrazos.

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