![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXPNpFiDwEkJwEsb5v9Q2HGJrFNWuKKlueVNlP6SuxiFw5rr1Xu17wDr7a_6VdlK9Jlf6z1eARTDgbZFZzDDpS6RRCGRNpKaN9kUezfCa0Vhj9Wfn35Vi-3jdQ0O-TDXE_kGwQbCz8JTru/s200/omp.jpg)
–¿Estás bien, Jack?
–Sí –dijo él–. He vuelto a tener
pesadillas. Eso es todo. ¿Somos un equipo?
Mientras Jack desayunaba Victoria
le contó las incidencias del día. Un par de drones averiados en el sector 7 y
una suplencia en el sector 2394.
–¿Pero qué dices, Vica? Eso está
muy lejos –aseveró Jack.
–España, nada menos.
–Joder, España, México –marró Tom
Cruise.
–España, Europa, cielo –corrigió
Vica.
–Estoy harto de hacer extras
–protestó el técnico de mantenimiento.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOdkH-wNxGTfdyAEBMhVWueN8omfUsO5jpnq8B2Rupq8xYqmAYp2VCWaoQVKUzE28uOjYtlMYK3aRgIzwjAnySrTNYdjZSkXtg1BqyZN3xJ8ilh8l8p8gAgCx6WTNJ7K9_Kk4x-BWabOZ2/s1600/ph.jpg)
El viaje a hipervelocidad no le
tomó más de minuto y medio, pero ahora tenía la cara sobreestirada hacia atrás,
lo que le confería un cómico aspecto de sapo. Poco a poco las tiranteces
cutáneas fueron remitiendo. Jack aprovechó para curiosear el paisaje que le
rodeaba.
Una antigua urbe se adivinaba semienterrada en la arena. Cuatro torres
salientes apuntaban la posición de un antiguo templo. Tom sintió envidia al
compararlo con las cutres iglesias de la cienciología que solía inagurar en los
2000. La orografía también dejaba ver una absurda red de telecabinas de ningún
sitio a ningún otro, una inmensa torre de cristal perdida en un descampado y un
otrora prominente río, hoy seco. La señal del drone averiado venía, de hecho,
del cauce de ese río. Jack Harper aparcó la nave a la sombra, debajo de un
puente de sillería romana. Y es que nada le jodía más que sentarse en la cabina
y que los mandos estuvieran abrasando por culpa del sol abrasador
post-cataclismo. Caminó curioso por el lecho del río y reparó en que todo él
estaba deshidratado, a excepción de un extenso charco de unos 15 ó 17 metros de diámetro.
Muy cerca se hallaba el drone de reconocimiento echando humo. Lo que quiera que
lo hubiera dañado, había atacado recientemente.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMWhF0Q87QVmdAJohd8tgf8hYppbV3C6QsgRuQV_BgN06cH_fPWnlmoyu_fF5enAQurYnpXXUvmPK__KQF94ikGkGGk1f8AikvvMNA7PyeFGpxQXplm7aeieIAqLsmpd8vV7erMYfLRX2G/s1600/o.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsNG_XPaOa1S3TU6ktK51JdbwTzwrG8ILS3je-Qh31QI_R5rsl0JrI7OKR706VyS1yo2yo8P8tDcA0pUgNhhstH6sLr2w7bmYTSN4TBuPuW7yUsqSpc7RxewU12hiULGnhFVdGvZ1B5caU/s1600/eb.jpg)
Acabado el trabajo, se dio una
vuelta por el cauce. Distinguió a lo lejos un barco amarillo de dimensiones discretas.
Estaba varado cerca de un puente con arcos metálicos, como si fuera una burda
imitación del Golden Gate Bridge. El mecánico futurista se acercó hasta la
embarcación. Pudo por fin leer su nombre en el casco. Se llamaba Ebrobús.
Subió a bordo y encontró varios
esqueletos humanos. Sobre el mástil había uno ahorcado que bailaba al sabor del
cierzo. Dos le llamaron especialmente la atención: uno vestía traje nupcial; el
otro llenaba un vestido de novia.
En el cuadro de mandos encontró dos preciados
tesoros literarios. No es que fueran especialmente valiosos, pero para un
hombre con recuerdos borrosos y morriña pre-apocalíptica resultaban hallazgos
incalculables. De un lado se apropió de una novela llamada El favor, de
Marshall Cobb. De otro asió el cuaderno de bitácora del capitán. Jack quiso
saber qué había pasado allí.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg04rfeDt2EmgUVIRqzk6iRdGlBCd9BEA4zgz5QwIe1ZoqS21EpEpNGjZoHhc7LTvC9wAFw2PC20XUfWMO5WtY9s2ZN02sDbaJCTGvz-FQpLQnAygwj21_C9eHE1XTJ0ESB8UWFBiTFKU5n/s1600/ob2.jpg)
Pues la peli me pareció infumable, pero tu versión me resulta más entretenida jeje.
ResponderEliminarUn abrazo.