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A la gente hay que conocerla de
buenas y de malas. En este país vomitamos vodka con kiwi junto al primo de la
novia que nos acaban de presentar y ya somos colegas forever. Si acabamos
juntos en el karaoke o cruzando los chorros al mear en el garaje la historia ya
es de mejores amigos. No hay nada de lo que la gente presuma más peregrinamente
que de conocer a los demás y de tener con ellos una amistad insuperable,
irrompible, insondable. Como norma, que no siempre, cuando más alardea uno de
confianza con alguien menos sólido es el vínculo.
Porque reírse con otro pavo
madrugada tras noche, de borrachera en potada es lo más fácil del mundo. Yo
amigos así tengo mil (si saliera a beber, claro). Conocer a alguien en su salsa
no tiene dificultad.
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Pero, ay, pequeño, qué poco nos
cuadran las cosas cuando vienen mal dadas. De malas ya es más jodido encontrar
amigos del alma. Qué poco nos gusta aguantar al vecino cuando estamos lejos de
nuestro entorno, cuando las risas son broncas y los abrazos puñetazos. Entonces
se nos cae la venda, o se le cae al otro, y ya no somos todos tan maravillosos.
Suele pasar que, llegados a este
punto, uno prefiera al cabrón de cara que al amigo de espaldas,
porque aquel
que tan mal nos entró no cambia tanto, o nada, cuando la cosa se pone fea. El
bueno, en cambio, está irreconocible. Si vienen los romanos te negará tres
veces; si se hunde el barco le cederás tu bote y ni te dará las gracias; si te
enojas con él todas sus sonrisas se tornarán odio. A las duras no todos son tan
majos. La pregunta es: cuando viene la de cal y tu mejor aliado es tu enemigo…
¿se ha vuelto un cabrón con pintas o te lo has vuelto tú?
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Quién no ha conocido gente así.
ResponderEliminarBuena reflexión Dry.
Atención, pregunta: ¿conoces a la gente? Respuesta: no. Quiénes son la gente: ¿la especie humana?, ¿el círculo laboral, vecinal, familiar, con el que te relacionas?, ¿quienes aparecen en los medios de comunicación?, ¿los de aquí?, ¿los de allá?, ¿los nativos?, ¿los inmigrados?
ResponderEliminarQuién es la gente. Me temo que la sociología de baratillo que aplicamos durante nuestra corta vida se compone de latiguillos, lugares comunes y creencias en que conocemos a la gente. ¿A qué gente? Bonito arcano para pensar.
En mi modesta opinión, lo importante no estriba tanto en lo que te aporten esas posibles "amistades", sino sentir que puedes estar con ellos en los momentos peores. Para los buenos ya tendrán gente... y tú también.
ResponderEliminarMuy buena entrada!
Saludos!
Tal vez en el fondo sea más importante conocernos a nosotros mismos y desde ese punto, tener gente con la que poder reír y gente con la que poder llorar...Buena entrada.
ResponderEliminarUn abrazo