Especulen, ya que estamos, que desean
arruinarse rápidamente por tanto hastío y aburrimiento. Podrían invertir en
preferentes bankianas o construirse una mansión en la luna; apostar online con
Cristiano Ronaldo o coleccionar ropa del Primark que no se descosa –cosas más
raras se han visto.
Pero si no tienen dinero para Rato, les viene
a desmano un chalecito selenita, no saben farolear al poker o se visten de alta
costura, siempre pueden acudir a la calle Alfonso de Zaragoza e irrumpir en la
tienda de galletas La Cure Gourmande.
Ya de primeras alguna que otra señal te están
mandando. Tanto amarillo oro luminoso como astro rey y esa exquisita
disposición de la materia prima en escalonadas capas de preciado material es
para hacerte sospechar. Ya cuando te ofrecen una muestra es para temer.
Efectivamente la galleta de turno es impresionante. Esa mierda es tan buena que
podría matarte por su grado de pureza. Perdón, me estoy yendo de sustancia. Ya
disculparán, la costumbre. Decía que las pastas no solo tienen muy buena pinta.
El sabor no desmerece al aspecto, ni a la infraestructura ni a la amabilidad de
las señoritas dependientas, que tras sus engoladas sonrisas parecen brillar
dientes de oro pagados con las monedas –perdón, billetes– de los incautos que pisaron
su guarida.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrT2-jLzS3OV1m8GAZMOubNw0wW7BlX2DRR1FvOSN1Ws11qqESsQAtiS3v7zd1MG4zT8W6pdncwUgs6JLAdcBxsIFelncpidjrdc0hEJGw9x7rS-mJzHQyJAtCrTNSWfan8OipA3Fo7EQP/s1600/lcg.jpg)
Bien, ya has llenado tu bolsa de papel hasta
un honroso tercio de la misma, así como para no quedar de rancio, y vas al
matadero del fondo. Tú ya has visto carteles de 100 gr 3’95 €, pero esto es
como las bombonerías: ya puede ser el kilo a seis mil euros que tú te quedarás
con el letrero de 6€ 1 gramo.
Si ya nos hicieron creer que un euro eran cien pesetas al cambio y seguimos con
la misma conversión quince años después, como para no hacer el primo en
atracatessen selectas.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg83C9aFMIQpxy7w_LuArtGKjQuRItGL7SVGC-XGpdglgWuLimqHVPQnZrGmfswMV-O3UfCY88Ik03Y1PQrMai-BTciR7FVqDY2o3HzISMw9n2mK2znbPs1oqqA4tavmsGp0iH8ysxPu2iz/s1600/lcg3.jpg)
Dicen que ya han abierto nuevas líneas de
crédito, hipotecas inversas para abuelas y que aceptan pulmones y riñones.
Hasta tienen un quirófano auxiliar en la trastienda para realizar la operación
económico-quirúrgica. Incluso han fichado al Doctor House pagándole dos pastas
de canela al día, lo cual es una pasta. Si la usura puede materializarse en un
negocio, después de los créditos rápidos –algunos de los cuales se contratan
para pagar las galletas de pistacho–, es en esta tienda encantadora de
exquisiteces francesas.
Ayer me di un capricho: entré por cuarta o
quinta vez a experimentar un nivel de vida que no me puedo permitir. Pero como
ya he pagado –como todos– la novatada, fui a lo que fui. Me adueñé de una de
esas bolsas de papel tan lindas y tan grandes, esquivé educadamente la ayuda de
la vampirienta y vertí en mi pedido dos galletas que me tienen atrapado: una de
limón y otra de almendra. Me da lo mismo que mi paquete quede rancio.
El
veredicto fue claro: 4,85 euros por dos pastas. Joder, hasta los tigretones de
la estación de servicio están más baratos. Y hasta pronto. Volveré dentro de
dos años, cuando me dé otro ataque de exceso. De momento prefiero pagar la
hipoteca.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAyYfk149W9FozbFqkO50gYShuPhEaqBLYYPCDbnwqSMADl87_tLf9DG3i8HVBG-IQ_IBEkJfa2QHNgTmo-mjpxgdaC5vl2WoQp42DC5aQ_1X57WYUGMkrDckx9U1gPmSKrNXLS1h2qQ99/s200/lcg4.jpg)
No me gustan los comercios que se basan en la
buena fe de los clientes. La Cure Gourmande es una
tienda de un solo uso: entras, te dan el sablazo y no vuelves jamás. Cuando
hayan pasado seis mil millones de personas tendrán que cerrar. Mientras tanto,
se aprovechan de que es violento para la gente dejar el pedido en el mostrador,
sea por orgullo, apariencia o vergüenza. No se puede trabajar en algo que se
sustenta en el engaño. No es ético. Pero supongo que bucaneros los ha habido y
los habrá siempre. Y aunque no lleven bandera pirata y sable, ahora se refugian
en una tienda de galletas de la calle Alfonso de Zaragoza.
Jajajajajajajaja....
ResponderEliminarBuenísima crítica a esa falta de ética comercial, siempre sabes cómo hacerlo...Lo cierto es que los bucaneros y demás guarradas industriales están siempre bien para matar el gusanillo, no hay necesidad de sablazos ni de que nuestras deudas hipotecarias sufran mermas...Me encanta tu estilo de escritura, tienes arte para desparramar con clase, sin embargo, si voy a Zaragoza creo que no voy a poder resistirme a pasarme por esa fantástica tienda, como ya sé que no volveré jamás que menos que una primera y última vez, un buen chocolate merece sus sacrificios, luego, si eso, te llamaría para tomar algo, y como me habré quedado "tiesa" tendrás que invitar tú.
Un abrazo :)
No he entrado nunca en esa tienda, que creo que son una franquicia. La verdad es que lo de los atracos es algo que, por desgracia, suele ser bastante común. Ayer me lo dieron a mí tomando algo en un bar por la tarde, me cogieron con el Pilar descuidado y nos la clavaron hasta el fondo.
ResponderEliminarEsas galletas están siempre durísimas y más secas....
ResponderEliminarSi no lo he consumido yo no lo pago y es más vergonzoso para ellos al decirles que son unos cara dura aprovechados.
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