![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg51dksMKJBlC4mn8jsoMIgsM-a064Qb7MHwQPYYhyuVqcy8sdKAlB2knozCD8t5dcaUGR1gGrUF6Cg1gFlTCPZmtsf4_e-ACwlRi6_2nFhqdUMuY76MuGg2L1-sGk82AlFNxYiLBHrAClT/s1600/cc.jpg)
Tras experiencias extremas en terruños
ingratos, de nuevo me vi socavando las semillas de una treintena de preciosas
cucurbitáceas de diferente tamaño, madurez y desarrollo. Algunas eran gordas y
lustrosas, pero orgullosas y desafiantes; otras, de crecimiento lento, no
habían sido recolectadas en su cosecha; otras no absorbían y las últimas
crecían con soltura y divinidad.
No tardé mucho en cambiar la azada por la
pala, el fertilizante por los mimos, y la exigencia por la confianza. Las
calabazas a veces necesitan más comprensión que chorros de aspersor. El
resultado, tras meses de labranza discriminada, fue desigual: la mayoría fueron
aptas para el consumo; una se pudrió; otra acabó en el huerto contiguo, el de
calabacines;
las feas mejoraron levemente su semblante; las guapas redondearon
su indudable atractivo.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTO3ENNX9Mk4bW1lhKlZQdubDy6jbMOZ_JpnOTjOse10hEp5Oq3G00QwppslcPXWj5-m1b6nHqb0am44lThXZKSbAln3L1o8WjrbBpIT65TjVx3DyvHrNzD6__-alrwxQLiT4i_JPfiyL0/s1600/cccsa.jpg)
En general la recolección fue correcta, si
bien quedó la duda de si una siembra más agresiva hubiera dado mejores frutos,
aunque también hubiera consumido a algunas de mis calabazas. La conclusión fue
clara: el antiguo agricultor era demasiado contundente para vegetales tan
sensibles. A menudo es todo cuestión de entender las verduras. Estas
cucurbitáceas no ganaran el Pulitzer. Muchas no pueden; otras simplemente no
quieren. Pero lo que es innegable es que allá donde sean expuestas –en
mercadillos de segunda o ferias de primavera– harán el gusto de compradores y
consumidores. Es posible que alguna no dé el nivel del certamen, y mira que se
lo dijimos, pero será el tiempo y las circunstancias los que dicten sentencia.
Aquí solo pasamos la regadera día tras día, aconsejando, pero nunca condenando.
Bastante mala fama tienen las pobres calabazas con el rollo de Halloween para
que nosotros encima les metamos miedo.
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Mi trabajo ha acabado y sí, me voy con la
sensación de que me ablando con los años, pero también con la intuición de que
no era tan importante lo que enseñaba como la manera de hacerlo, y que al final
cada vez soy peor agricultor, pero mejor jardinero. O dicho en términos
educativos, menos profesor, pero más maestro.
Al final lo más importante es ser consciente de uno mismo y de la propia existencia.
ResponderEliminarUn abrazo!