![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiy_4V-PztHmM35aH1VrChuMlBpbfMjnpnlZdrtHmcEIT5B9XZb5uAI_A_aUJpHGjXiv5b6lI1wNZB6pNxxHLpSOHXK6oQdXAG_YO_OU6xg5zDkfHMkfXp7MWaKwjp0o445jqnA57PYnFjH/s1600/3.jpg)
–Pues… si te lo dijera no lo
creerías.
–He visto a un criminal enamorar
a la psicóloga de la prisión, conseguir el tercer grado, irse a vivir con ella
y descuartizarla al tercer día. Estoy abierto a todo.
–Escucha pues, Huesca. Todo
empezó con unas antiestéticas patas de gallo.
–Ahora tienes patas de pollita.
–Qué gracioso. No me interrumpas.
–Perdona.
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–¿Y ese quién es?
–El que poseía a Gizmo, el de los
Gremlins.
–¡Pero si era una película!
–Sí, pero la tienda existía de
verdad, y tenía un montón de remedios milenarios para casi cualquier dolencia o
síntoma.
–Bueno, bueno, ¿y qué paso
después?
–¿De qué era?
–De pepino cantonés.
–¿Y funcionó?
–¿Tú que crees? –dijo Juliana
posando–. Cada día parecía un año más joven.
–¿Y qué tal?
–Pues al principio bien. Luego
empecé a verme un poco adolescente. Y cuando quise pararlo parecía una niña. Y
ahí sigo.
–¿Aún pierdes años?
–Ahora ya se está empezando a
estancar. Pasé miedo. Mucho. Creí que iba a renacer inversamente y me
transformaría en cigoto.
–Sí, mira mis piernas. Ya no me
queda ni vello.
–¿Por qué no fuiste a las
autoridades?
–Cuando acudí ya parecía menor de
edad. La primera vez me hicieron una prueba de alcoholemia. La segunda ni me
dejaron entrar.
El colombiano y la esposa
pergeñaron mil maneras de arreglar el malentendido, pero todas chocaban con la
incredulidad o la burocracia. Los seis días de permiso llegaban a su fin y no
habían resuelto el indulto de Michel.
Antes de volver a la Cárcel Suprema de
Los Monegros, Huáscar le pidió la crema rejuvenecedora de pepino a Juliana.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrxo2aM7N0fE6YChvzFZ-Ck07qcUeJrapfIg6OzowINAzugdCZXAv_8PvmlarQHK9dQ2PSoTtffEh8KeHGXu86_rTHzyinjLBynkJtMF00VgVmbYQOw4fyvHt7hIv3pqcPStbRYOpOdZqk/s1600/10.jpg)
–Llévatela –le dijo–. A mí no me
ha traído más que problemas.
Huáscar Merino solo estuvo dos
días en la Suprema,
pues le concedieron el tercer grado. Se despidió de sus compañeros, en especial
de Michel, y empezó una nueva vida. Mes y medio después, leyó en el Heraldo una
noticia que le iluminó el alma.
“Puesto en libertad un niño que llevaba dos meses encarcelado por error.
El pequeño, Michel Litago, de unos nueve años de edad, apareció
inexplicablemente en su celda, pues se le había asignado
chabolo y esperaba
juicio por presunta pederastia, cargo del que ha sido absuelto por ser menor y
no poder ser juzgado, además de que, por su misma naturaleza, no puede haber
incurrido en dicho delito. Se están depurando responsabilidades políticas y no
se descarga algún cese dentro de instituciones penitenciarias.”
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Genial como siempre, Luke.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Lolítica, es genial...
ResponderEliminarUna de las cosas me más me cuesta asimilar es el tema del visto bueno de los psicólogos con determinados criminales, no termino de asimilarlo, ni aunque haya sexo de por medio...Jajajaja...
Un abrazo Drywater!
Qué locura.
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