Lo sé, lo sé. Soy plenamente
consciente de que con semejante título me la juego. Lo mismo podemos estar
hablando de la tapita y la cervecita, de la camiseta de la roja combinada con
zapatos y barriga, de la envidia sin fundamento, de celebrar cualquier
estupidez como si lo hubiéramos petado, desde un mundial de fútbol a una
eurovisión, de un vecino triunfito a un libro de la Esteban. No hay límites para la
autohumillación.
Pero no. Yo no iba por ahí. Mis
saetas literarias disparaban a la sempiterna y cameleónica costumbre de
desnudarnos –y no para salir en porretas, que tendría su aquel–, sino para
enfundarnos leotardos rosas, sombreros piratas, trajes de espinete y coronas de
princesa Disney.
Desde el albor de los tiempos
(plagio a Gandalf), el hombre ha mostrado una fascinación atávica por el rollo
este de disfrazarse. El calendario está petado de eventos que son excusas
peregrinas para ser otro. Ya para empezar algo tan sacro y litúrgico como la
cuaresma ha servido como trampolín de desahogo de las pasiones travestizantes.
Sacamos el carnaval de la manga y no hay quien nos pare: Spiderman, Campanilla,
Michael Jackson, Obama… joder, si hasta un par de amigos míos se han disfrazado
de marcador de Google Maps (sí, de esas gotas rojas invertidas con la letra
mayúscula).
La siguiente cita por estas
latitudes son las fiestas medievales. Dicen las leyendas que hay una provincia
llamada Teruel, cuyos amantes Diego de Marcilla e Isabel de Segura conmemoran
su trágico desenlace el día de los enamorados, y todo quisque se viste del medievo
o similares y se pone hasta arriba de longanizas a la brasa.
No pasa nada. Llega mayo y
siempre, por estadística o por el permiso,
alguien se casa. Qué mejor ocasión para disfrazar al pardillo de
indigente, salchicha, abeja maya o avispa azteca, da igual. Lo que importa es
que el atrezzo sea una mierda. Eso sí, los amigotes hechos un pincel. Si son
chicas podrán ir todas de putas, pero monísimas a reventar. Los chicos también
pueden ir de putas, pero aquí ya estoy mezclando cosas. Volviendo a las
mujeres, eso de tunear a la novia zarrapastrosa y ellas vestir ideales de la
muerte parece una especie de venganza estética. Como tú vas a ser la estrella
en la ceremonia y vas a brillar más que un anuncio de Don Limpio baños, pues
hoy te jodes y haces un poco el ridículo a nuestra costa. ¡Qué manía de repetir
una y otra vez el mito de Cenicienta, si los zapatos de cristal son un coñazo;
se rompen y en lugar de betún hay que darles con limpiacristales!
Obviemos por un momento fiestas
de disfraces varias, concursos de vestuario y demás chuminadas. Llegamos a
Halloween. ¡Una gran ocasión para la variante gótica del carnaval! Ya no hace
falta más que gore y negro para jugar a sustos. Pero de nuevo caemos víctimas
de los tópicos. ¿Alguien ha visto un disfraz femenino de Halloween que no sea
de puta? Vampiresa puta, enfermera puta, zombie puta, bruja guarrilla, diablesa
puta… si casi parece que vayan todas vestidas de Alaska.
Acaba el año y todo quisque se
vuelve a travestir. Esta vez de Papá Noel –ho, ho, ho–, de Mamá Noel –puta,
otra vez–, de Rey Mago, de pastorcilla, de burro… el caso es ponerse algo. Por
cierto, ¿por qué siempre ponen a un Baltasar ario con la cara embetunada en
lugar de tirar de un subsahariano como Dios manda? Joder, es que hasta para
esto parecemos memos…
Acabo pues mi buceo textil por el
mortadelesco mundo del atuendo. Recuerden que el hábito no hace al monje y si
la mona se viste de seda, pónganle un velo muy tupido.
¡Buenísimo!, tienes toda la razón, disfraces típicos y tópicos, más de lo mismo. No me gustan los carnavales, así es que yo me libro de la autohumillación...Ja ja ja ja...Muy bueno...
ResponderEliminarUn abrazo Drywater
JA ja qué bueno! Llegará el tiempo en que unos pantalones y una camisa serán rearos de ver. Supongo que en ese afán/fiebre de disfraces de lo que se trata es de creerse otro por tiempo limitado; lamentablemente, el disfraz lo llevamos dentro.
ResponderEliminarSaludos!
Joder! si solo se limitaran a llevar faldas pero es que encima se las suben enseñando un culo con tanga que se la habrán mangado a su hermana. Pero que necesidad tengo yo de ver culos peludos en los carnavales? Totalmente caótico Dry. Tienes toda la razón en tu post ;))
ResponderEliminarPor cierto, ya estoy de vuelta, que he estado perdido por ahí. He contestado a unas letras que me dejaste en el último post. Se agradece. Perdona por la tardanza y gracias mañico!
Abrazos!