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El concepto en sí engloba tantos
matices y definiciones como seres reflexionan sobre su misma existencia y la
tasan en términos de alegría y realización personal. En todo caso, está
íntegramente ligada a la noción de alivio. Alivio del dolor, del apuro
fisiológico, del tedio, del miedo, de la vergüenza, del aburrimiento, de las
molestias estomacales, de las muelas perforadas, las entrevistas de trabajo, los
conciertos en directo,
los exámenes finales, los viajes forzados, las
digestiones pesadas, el cansancio, el nerviosismo, el reuma en días de lluvia,
la tensión de las expectativas, el temor al fracaso… Todo es signo de
preocupación, de malestar, de sentimientos fúnebres. Lo que nos da la felicidad
es alcanzar las metas, evadirnos de aquello que tememos, desprendernos de las
rémoras físicas y mentales que nos aturullan, asustan o torturan. Por eso, tal
vez, el camino más corto a la felicidad debería cogerse entre las expectativas
reducidas al límite y los conflictos resueltos con decisión. Nada hace más daño
que ser infeliz. Y nada es más fácil que serlo.
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Muy cierto todo lo que comentas, tu reflexión es bastante real, la felicidad como sinónimo de alivio es un concepto muy atinado puesto que ambos, felicidad y alivio, son efímeros y duran lo que duran...Y si, desde luego que si, nada es más fácil que ser infeliz.
ResponderEliminarUn abrazo
No sé, no creo que sea lo mismo la ausencia de preocupaciones que la felicidad. Ese planteamiento estoico nunca me ha convencido, creo que la felicidad tiene más que ver con alcanzar cosas que con librarnos de otras.
ResponderEliminarUn abrazo!