–Joder, papá –replicó Magger con sequedad– que
esto no tiene gracia.
–Claro, Floggie –añadió su madre–, que te estás…
eso.
–¿Muriendo? –completó él con decisión–. Ya no. No
tengo cáncer.
–Pero, pero, Floggete –completo Digger, su padre–,
que te estabas yendo.
–Pues se han colado. Era apendicitis y ya me han
intervenido con éxito. No tengo nada.
–Aah… pues qué bien –argumentó Trigger sin mucho
entusiasmo.
–Sí, tío, es guay –continuó su sobrino Blogger.
–Pero, entonces… ¿ya no te vas a morir en breve?
–incidió su esposa Glagger visiblemente descolocada.
–No –resumió Flogger con un gesto inequívoco de as
en la manga–. Los médicos confundieron una peritonitis con un cáncer de
páncreas. En dos días me dan el alta.
–Pero no puede ser –razonó Sagger–. Estabas
desahuciado.
–Bueno, pues ya no lo estoy.
–Es que no se puede estar muriendo y luego volver
a casa en dos días, tío Flog –justificó su sobrino Hogger–. Nos hemos estado
preparando para esto mucho tiempo. Ahora no se puede volver atrás y ancha es
Castilla.
–Pero, ¿no os alegráis de que viva? –Flogger
estaba alucinando en blanco y negro con topos psicodélicos.
–Sí, sí –intentaba autoconvencerse su hija Magger,
sin mucha credibilidad–, es que no contábamos con esto.
–Pues no, mira, hijo, para qué te vamos a engañar
–cortó Digger abruptamente–. Nos dio mucha pena que te fueras a morir, pero uno
llega y se acostumbra. Y nos pareció todo muy precipitado. ¡Es que estabas
terminal! ¿Tú sabes lo que hemos tenido que prepararnos para despedirte, lo
duro que ha sido?
–Joder, papá, pero te piensas que para mí no ha
sid…
–¡Shhhhhhhhhhhhh! Floggie, te he dicho mil veces
que no interrumpas. Estaba hablando yo y tú te callas, ¿de acuerdo?
–Sííííí –respondió Flogger con desgana y pesadez.
–Bien, te decía que no puedes pretender que
después de estar con un pie y medio en el otro barrio ahora vuelvas aquí y nos
parezca a todos estupendo. Hijo, uno se prepara para despedir a alguien, le da
mucha pena y lo cierra como buenamente puede. Lo que no puedes hacer es, de
buenas a primeras, decidir que no te mueres porque era otra cosa.
–Joder, papá –Flogger estaba flipando– que no lo
he decidido yo, ¿eh?
–Decía, Floggie, y no vuelvas a interrumpirme, que
ya te lo he dicho antes, que es muy difícil guardarle luto a alguien y que
luego no se muera. No es serio. Para nosotros está siendo muy incómodo. Has
jugado con nuestros sentimientos y eso es muy grave.
–Yo lo flipo, oye.
–Pero hombre, Flog, trata de comprender. Que
nosotros nos habíamos preparado ya. Ahora no te quedes.
–Hombre, Flog, dicho así…–expresó Pegger–. Yo soy
más de buscar una solución más reconfortante para todos. ¿Por qué no te marchas
a Australia?
–¿Australia? –Flogger no daba crédito.
–Sí –aseveró Digger–, ahí no te conocen. No
tendrías que dar explicaciones de tu no muerte. Y tienen canguros.
–“Y tienen canguros” –se burló Flogger–. Serás
malnacido.
–Venga, tío Floggie –pidió Blogger–, piensa en la
familia.
–Todos te lloraríamos eternamente –añadió Trigger.
–Y te echaríamos de menos un tacote –completó
Magger.
–Vale pues –accedió Flogger sin mucha convicción.
Y así “murió” Flogger para su enlutada familia. El shock fue grande y poco
digerible, pero hicieron un sobreesfuerzo para superar el mal trago. Le
hicieron misas todos los 7 de cada mes, y en cada pequeña rutina su memoria se
hacía anécdota, episodio o anhelo frustrado. Sin duda era un ser maravilloso.
Qué injusta era a veces la vida, llevándose a los mejores de nuestro lado.
Menos mal que los Nogger eran un clan sufrido y acostumbrado al pesar, y en
pocos meses se recuperaron de tan dolorosa pérdida.
Flogger Nogger volvió a la vida en la gran pradera australiana. Dormía al
raso y desayunaba mosquitos. Su tez se tornó trigo y sus ojos cambiaron de
mirada. Se puede decir que en la claustrofóbica inmensidad aborigen era feliz.
Sin embargo, cuentan los más viejos del lugar que en las noches de luna nueva a
menudo lo han visto sentado en la rama de un árbol, mirando al cielo y
musitando entre dientes: “¡Qué cabrones, qué cabrones!”.
Jajajajajajajaja. Me encantó esta segunda parte. Si es que no tiene corazón ¿cómo se le ocurre no morirse? Uno se hace a la idea y no se puede jugar con los sentimientos de la gente.
ResponderEliminarLe queda el destierro, ¡por sinvergüenza y por no morirse!
En el fondo todo esto me hace reflexionar sobre la vida, la muerte y lo que los demás esperan de todo eso.
Fuerte el abrazo genio
Oski.
El elemento tipográfico de CONNOTACIÓ y por debajo la N, ¿es un recurso iconográfico o es que no cabe en la pantalla el tamaño elegido?
ResponderEliminarA mí me sale el título completo. Supongo que será el tipo de pantalla.
ResponderEliminarUn abrazo
Ja, ja, ja!! Pobre Flogger Nogger!!
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