Que Rafa Nadal tenga que vestir horterísimas camisetas fucsias de Nike forma parte de un jugoso contrato publicitario que posiblemente le reporte más beneficios que sus propios éxitos tenísticos. Que los protagonistas de las teleseries beban coca-cola y coman MacPollos, o que los actores americanos que salen en El Hormiguero sean sometidos a mil torturas bufonescas también obedece a estrategias de marketing. El dinero manda, y quién lo pone es la marca. Hasta aquí aceptamos barco.
Sin embargo, que carismáticos presentadores de noticieros rematen sus sesiones informativas con sesgados consejos comerciales o celebren las excelencias de productos saludables, seguros de vivienda o televisiones de plasma tras relatar la muerte de 27 mineros en acto de servicio parecen extremos a los que un programa de rigor no debería llegar, ni siquiera por el mercenario motivo de cuadrar cuentas. Resulta de lo más absurdo. Personalmente ya me parece mal que el periodista abandone sus funciones básicas de informar de manera aséptica e imparcial sobre lo que ocurre en el mundo, y se dedique a opinar con ligereza y bastante demagogia como si fuera un juez del tribunal supremo repartiendo equidad entre los seres inferiores. Ni es su función ni se la hemos pedido. Si queremos punto de vista iremos a los programas de opinión que los hay y muy buenos; y también muy malos. Resulta poco convincente escuchar al nota describiendo las inundaciones en la India y acto seguido vendernos cruceros por el Ganges. Y más cuando lo hace con tanta desgana que parece reírse de la marca o del espectador, o de los dos. En esta vida hay que ser serio. En los telediarios, más todavía. Por eso, que me vendan la semana de la trufa ibérica en Madrid o el nuevo disco de Alejandro Sanz no es noticia, al menos relevante, sino simple promoción pactada y remunerada. La otra por lo menos lleva un subtítulo en letra pequeña que reza “publicidad”, y a los cuatro segundos de no comprender qué le pasa al periodista reaccionas y comprendes que tiene que vender la moto –o el coche, el champú o el comemichelines.
La historia pinta hacia la esponsorización íntegra de los anunciantes, lo cual puede convertir unas simples noticias en una auténtica Teletienda Express. Imaginemos como podría ser:
“Mil personas se encadenan a las columnas del Congreso para protestar por la subida del euríbor. Si le interesa pagar menos por su hipoteca, déjese de manifestaciones y venga al Banco de Barbate, donde le ofrecemos el euríbor menos uno. Y Ana María Matute premio Cervantes 2010, aunque si quieren una novela conmovedora de verdad, léanse “Me lo hice con un negro”, de Ana Rosa Quintana. Más libros. Veinte muertos en la presentación del libro de Belén Esteban “La mate por no comerse el pollo”, tras una desafortunada avalancha de admiradoras. Si una de las víctimas era familiar suyo, o si ha perdido a alguien por otra causa, sea cual sea, tráigalos a La Mortaja Fiambres, un servicio para morirse de gusto. Política. Zapatero quiere congelar los sueldos de los diputados para asegurarse de que no los bajan más. Y hablando de zapateros, megaestantes guardazapatillas en Ideaka, la república independiente de tu casa. Que, por cierto, la República Popular de China sacrifica quince mil cerdos con diarrea. El lomo de cerdo de Troski, en cambio, está que te cagas, pero los marranos no. Deportes: Mourinho y Cristiano se guiñan un ojo. Pero tú no tengas más irritación ocular con las lentillas de lejía líquida “Vos qué verde”. El tiempo: Chuzos de punta y tormenta con pedrisco. No lo piense más, agricultor: asegure su cosecha con “Cosa Nostra Agrícola”. Si llueve le cortamos el cuello al caballo de Dios en plan extorsión. Y ahora unos consejos publicitarios y después le presentamos lo nuevo de “Lo Marsella”: colchones que huelen a jabón. Pero antes, lo último de Connotación: Devorados por la publicidad. ¿A qué se referirá este hombre?”
Sin embargo, que carismáticos presentadores de noticieros rematen sus sesiones informativas con sesgados consejos comerciales o celebren las excelencias de productos saludables, seguros de vivienda o televisiones de plasma tras relatar la muerte de 27 mineros en acto de servicio parecen extremos a los que un programa de rigor no debería llegar, ni siquiera por el mercenario motivo de cuadrar cuentas. Resulta de lo más absurdo. Personalmente ya me parece mal que el periodista abandone sus funciones básicas de informar de manera aséptica e imparcial sobre lo que ocurre en el mundo, y se dedique a opinar con ligereza y bastante demagogia como si fuera un juez del tribunal supremo repartiendo equidad entre los seres inferiores. Ni es su función ni se la hemos pedido. Si queremos punto de vista iremos a los programas de opinión que los hay y muy buenos; y también muy malos. Resulta poco convincente escuchar al nota describiendo las inundaciones en la India y acto seguido vendernos cruceros por el Ganges. Y más cuando lo hace con tanta desgana que parece reírse de la marca o del espectador, o de los dos. En esta vida hay que ser serio. En los telediarios, más todavía. Por eso, que me vendan la semana de la trufa ibérica en Madrid o el nuevo disco de Alejandro Sanz no es noticia, al menos relevante, sino simple promoción pactada y remunerada. La otra por lo menos lleva un subtítulo en letra pequeña que reza “publicidad”, y a los cuatro segundos de no comprender qué le pasa al periodista reaccionas y comprendes que tiene que vender la moto –o el coche, el champú o el comemichelines.
La historia pinta hacia la esponsorización íntegra de los anunciantes, lo cual puede convertir unas simples noticias en una auténtica Teletienda Express. Imaginemos como podría ser:
“Mil personas se encadenan a las columnas del Congreso para protestar por la subida del euríbor. Si le interesa pagar menos por su hipoteca, déjese de manifestaciones y venga al Banco de Barbate, donde le ofrecemos el euríbor menos uno. Y Ana María Matute premio Cervantes 2010, aunque si quieren una novela conmovedora de verdad, léanse “Me lo hice con un negro”, de Ana Rosa Quintana. Más libros. Veinte muertos en la presentación del libro de Belén Esteban “La mate por no comerse el pollo”, tras una desafortunada avalancha de admiradoras. Si una de las víctimas era familiar suyo, o si ha perdido a alguien por otra causa, sea cual sea, tráigalos a La Mortaja Fiambres, un servicio para morirse de gusto. Política. Zapatero quiere congelar los sueldos de los diputados para asegurarse de que no los bajan más. Y hablando de zapateros, megaestantes guardazapatillas en Ideaka, la república independiente de tu casa. Que, por cierto, la República Popular de China sacrifica quince mil cerdos con diarrea. El lomo de cerdo de Troski, en cambio, está que te cagas, pero los marranos no. Deportes: Mourinho y Cristiano se guiñan un ojo. Pero tú no tengas más irritación ocular con las lentillas de lejía líquida “Vos qué verde”. El tiempo: Chuzos de punta y tormenta con pedrisco. No lo piense más, agricultor: asegure su cosecha con “Cosa Nostra Agrícola”. Si llueve le cortamos el cuello al caballo de Dios en plan extorsión. Y ahora unos consejos publicitarios y después le presentamos lo nuevo de “Lo Marsella”: colchones que huelen a jabón. Pero antes, lo último de Connotación: Devorados por la publicidad. ¿A qué se referirá este hombre?”