viernes, 29 de abril de 2011

Basura USB

Soy un hedonista de la psique bajo los efectos de las sustancias y sus revelaciones oníricas y alucinatorias. Vivo en un mundo que trasciende las convenciones de éste.

La estación preferida de la gente es el otoño. Las preciosísimas hojas de chopos, encinas y sauces caen al suelo como incalculable regalo de naturaleza. Está prohibido arrancarlas de sus ramas, pero cuando caen son el más valioso de los tesoros. Las hojas son todas diferentes, y cuentan secretos insondables a simple vista: hablan de las edades de los árboles, la lluvia que han bebido, los animales que las han acariciado, los rayos que las han inmortalizado, las llamas que las han purificado y los vientos que las han acunado. Es por todo ello que nunca se ven en el suelo, a los pies de los árboles o en los bordillos de las calzadas. Las personas se aferran a ellas como si fueran billetes de 500, y hay quién incluso ya está vendiendo su colección para paliar los efectos de la crisis.
Las memorias USB, en cambio, son el cáncer de esta sociedad. Todas son iguales, todas contienen lo mismo: basura en forma de videos de youtube, mp3 de músicos de medio pelo, horrendos ficheros de datos y reuniones, y millones de fotos de seres congelados en el tedio monumental de las ciudades que visitan. Todo consiste en acumular más y más residuos digitales. Por tanta inutilidad hace tiempo que los pinchos USB se acumulan en calles, contenedores, vertederos, cunetas, playas y bosques. Coges uno al azar, lo conectas y te encuentras más o menos lo mismo que te encontrarías en cualquier otro. Hasta han organizado patrullas de limpieza de USBs, pero no dan abasto.

domingo, 24 de abril de 2011

La Semana Santa y la lluvia

Yo no quiero ser un agorero ni cubrir el cielo con negros nubarrones de negativismo, pero…¿no será que no puede ser y que además es imposible? El sol en Semana Santa, se entiende, que dura menos que un hielo en un cubata de botellón o que una virgen en un concurso de orgías.
En 2009 disfruté por última vez de mis vacaciones de SS en la playa. Harto de los chuzos de punta y los día grises como cielo de Pompeya, aunque más fríos, nos recortamos al inexistente sol de atardecer y juramos nunca volver a injectarnos humedad en los huesos caminando por la arena. Y así fue que desde entonces en Semana Santa sigue lloviendo, pero nosotros nos mojamos en cualquier otro sitio, de interior, aceptando las lágrimas celestiales como castigo colateral, aferrados al paraguas y pateando monumentos varios de la geografía ibérica. Conclusión primera: en Pascua no se debe ir a la playa; nunca hace bueno.
Luego está lo de las cofradías. Joder, a mí esto me da muchísima pena. Ves a miles y miles de encapuchados, que se han tirado once meses soñando con este momento ascético, aporreando tambores y soplando cornetas en incontables horas de ensayos rompesiestas, compitiendo con su llanto al gotear de nubes y cuando menos te resulta algo terriblemente injusto. Además es que no falla. Puede hacer sol toda la mañana y cuando toca sacar el carreto y vestirse de Batman el horizonte se transforma como si fuera un decorado de guiñol, y una mano invisible se lleva el recortable azul de nubes blancas y te lo cambia por el fondo negro con manchurrones cargados de pesimismo y ácido atéico. Los notas acaban desechos año tras año. Miran al cielo empapados de rabia contenida y resignación cristiana y se van con el capirote a otra parte. Yo esto no sé cómo interpretarlo. Desde mi desenfervorizada posición de esquiva-procesiones –no me juzguen mal, me emborraché de ellas durante veinticinco años– me da que pensar. ¿Y no será que el creador no quiere a dos mil creyentes disfrazados de Ku Klux Klan haciendo penitencia por las mismas calles por las que han pecado durante el resto del año? ¿Y si está viendo el Barca-Madrid y los tambores no le dejan oír? ¿Y si la lluvia es que llora San Pedro porque no cabe tanto cofrade en los almohadillados cúmulo-nimbos del firmamento? Tal vez la solución sería techar el paso, adelantar las procesiones o posponer la salida al siguiente día soleado, aunque se acabara la Pascua en junio. En fin, que el demonio se lo debe pasar pipa puteando cofradías. Conclusión segunda: si no se puede tomar el sol, tampoco se puede salir en procesión. ¿Justicia divina o miseria humana?

domingo, 17 de abril de 2011

¿Para qué vale el orgullo?

Es una rémora que viene de serie, a veces más grande y aparatosa, a veces más insignificante e inofensiva. Consiste en meter la pata y tener mucha vergüenza después de que nos vean sacarla. Es como si pretendiéramos convencer al mundo de que la metimos en el cubo de mierda por acierto moral y no por equivocación humana.
Así es el orgullo. Una especie de camino sin retorno hacia la autohumillación, una oposición ganada al más tonto del pueblo, un nosequé que te impide recular aún cuando lo estás deseando con todas tus entrañas.
El orgullo se confunde a veces con la dignidad, esa frontera que nadie pasa antes de arrastrarse por debajo de lo razonable. Sin embargo, se parecen poco: el uno nace del narcisismo más egomaníaco; la otra, de la compostura más equilibrada.
No entiende de edades esto del orgullaco: lo mismo te da tener cinco que cincuenta, si bien cuando uno es joven se muestra altivo frente a nimiedades y cuando crece lo hace frente a gilipolleces más grandes. Así somos los seres humanos: más años, más niquitosidades. Merece la pena recordad la pureza de la infancia, su espontaneidad, a veces cruel, a menudo hiriente, pero sincera. Con los años se hace sutil, retorcida e interesada, como en una partida de póker con las cartas marcadas.
Recuerdo un amigo que tenía la proverbial facultad de hablar más de la cuenta, y cuando la cultura ajena superaba la propia y le pillaban en un renuncio, el pobre era incapaz de recular y admitir su ignorancia: prefería engordar la bola inventándose una salida inverosímil para su equivocación. Los colegas le conocíamos y nunca le destapábamos la coartada, porque no se puede hacer ver a un tipo que jura a gritos que está ciego. No compensa.
Aprovecho esta digresión para reconocer mi labor en la divulgación del orgullo en todas sus facetas, no siempre con el mismo éxito, y mi firme propósito de dejar de hacerlo igual que hice con el tabaco. Pero aviso, ninguno está libre de recaer en las tentadoras garras de la nicotina, o en los embriagadores brazos de la arrogancia más estúpida.

martes, 12 de abril de 2011

Elige tu propia aventura (y III, IV, V, VI)

Capítulo 3

Aarón alzó la mirada y bajó la esperanza. La chica de sus sueños, la dueña de todos sus pensamientos recientes, la única razón para seguir viviendo no era gorda, ni vieja ni un felino parlante de color fucsia. Simplemente era la única persona que no podía ser: su esposa. El ser que convivía con él y al que apenas conocía. Nunca sacó la bufanda amarilla recién comprada en el H&M de la penumbra del bolsillo. Se levantó quedamente, de manera inerme y sin hacer nada de ruido. Dejó cinco euros en la mesa y abandonó el café del modo más fantasmal que pudo, rezando en susurros para que su mujer no percibiera su presencia y atara dolorosos cabos.
Paseó triste y hundido por las calles ajenas. Se sentía flotando en una irrealidad imposible, imperceptible a sí mismo. Pasaron varias horas de incredulidad, amargura y aceptación. Volvió a la sordidez de su hogar. Chateó por última vez con Pantera Rosa y le confesó que la había engañado, que era viejo y calvo y que la tripa le llegaba al suelo. Cortó rápido las disculpas y se despidió hasta nunca. Después cerró la sesión y acudió al sofá, donde su esposa fingía estar llorando porque una amiga le había dicho que tenía cáncer y no porque su querido Bob Esponja la hubiera ciberengañado como un bellaco. Aarón la abrazó con toda la ternura perdida en los últimos dos años. Todo cambió a partir de aquel contacto puro, nostálgico e inocente. La reconquistó a base de caricias imposibles, miradas infinitas y besos ilimitados, y fue tan brillante su ejecución que Mica olvidó pronto a Bob Esponja.
Tal vez alguna vez Aarón le dijera la verdad a Micaela, pero mientras descubrió que su amor no había muerto, sino que se hallaba aletargado por el tedio y el aburrimiento, y que su ciberfracaso había desnudado toda la pasión que habían dejado secar al aire de la rutina más descarnada.


Capítulo 4

Aarón comenzaba a impacientarse. Tanto que sacó la bufanda del bolsillo y se la enroscó al cuello como la más seductora y venenosa de las serpientes. Cuando Pantera Micaela Rosa asoció amarillo y rostro el corazón le dio un vuelco. Permaneció de pie, petrificada y fragmentada en mil trozos de desesperanza, y el único e imperceptible movimiento era un tenue tirón de bufanda rosa palo hacia lo más profundo del forro del abrigo. Cuando se hubo desprendido completamente de la prenda delatora, y su cabeza se hubiera posicionado estratégicamente de espaldas a Bob Aarón Esponja, caminó con miedo a romper el suelo en dirección a Nuria, a la que salvadoramente localizó en una esquina. Señaló con los ojos en dirección a Aarón y le hizo una señal inequívoca de ejecución inminente.
Nuria avanzó con el guión bien aprendido y la bufanda rosa flanqueando su melena. Se sentó junto a Aarón. Le confesó –mintiendo– que ella era su ciber amante; que sabía quién era Bob Esponja desde el principio y que su única meta era pillar al marido de su amiga en un renuncio. La sorpresa de él fue mayúscula, máxime cuando Nuria se puso borde y amenazó con decírselo todo a Mica. Le hizo prometer que besaría el suelo por donde pisara su esposa, y así lo hizo el desencantado Bob Esponja. De poco le valió: a los cinco meses Mica le dejó sin ninguna explicación y sin sofá para dormir. El pobre Aarón tuvo que rehacer su vida pensando que la dulce Pantera Rosa siempre había sido la mejor amiga de su ex mujer.


Capítulo 5

Aarón Bob Esponja vio la maleta, y le era familiar; observó el abrigo, y le sonaba; contempló el rostro custodiado por la bufanda rosa palo, y le recordó inequívocamente al que ignoraba cada noche: era Micaela.
Podía haber fingido sorpresa o coincidencia, pero se limitó a forrarse el cuello con su llamativa bufanda amarilla sin liberar su mirada penetrante de los ojos de su cónyuge. Hipnotizada por la realidad y la fidelidad mutua traicionada, Mica caminó solemne hacia las explicaciones. Se sentó en la rutina de cada día y negoció frente a los labios de cada noche. Tomaron el desplante con asombrosa madurez, y acordaron darse la misma oportunidad que iban a darles a Bob y Pantera. Cogieron vacaciones y se marcharon de crucero. Aquello mejoró mil veces a su luna de miel. Al cabo de diez meses tuvieron un criajo estupendo, como si la calidad del vástago tuviera algún tipo de conexión con el amor con que se concibe. Y mataron al amor de amor, y encasquetaron en sus rostros gastados esa sonrisa gilipollas que da la plenitud y el estar locamente enamorado y correspondido. Nunca volvieron a chatear, salvo entre ellos mismos.


Capítulo 6

Nuria sintió una taquicardia severa recorriéndole el pecho: Bob Esponja era Aarón y Pantera Micaela Rosa no tenía ni puñetera idea. Se mascaba la tragedia. Sin embargo, impelida por esa fe imposible que da el miedo a comerse la realidad de un indigesto bocado, la mejor amiga de Mica sacó el móvil a supervelocidad y le mandó un mensaje descorazonador: “Mica, tía, Bob ha estado aquí, ha dado una vuelta y se ha marchado hacia la calle Francia hace nada. Quítate la bufanda y sal a buscarlo que igual lo encuentras.”
Mica salió por piernas quitándose la bufanda justo cuando su marido miraba en su dirección. Aarón sólo discernió una mujer de espaldas que se marchaba, pero no la identificó ni vio bufanda rosa palo alguna. Mientras, Nuria ya estaba cerrando el plan. Escribió dos mensajes en papel. El primero hizo que el camarero se lo llevase al señor de la bufanda amarilla, pues Aarón ya se la había puesto cansado de esperar. La nota era poco halagüeña: “Querido Bob Esponja. No tengo valor para quedarme. Te he mentido. Soy una mujer madura de 62 años. Ya sé que son demasiados. No volveré a chatear contigo y, por favor, no me busques. Siento no haber sido sincera. Hubiera sido muy bonito si tuviera treinta años menos. Te ruego me perdones, Bob. Siempre serás mi mejor recuerdo.”
Aarón mezcló rabia y pena en una expresión indescriptible de dolor, tensó la mandíbula con tal fuerza que parecía que iba a romper el aire. Pagó el café y se marchó antes de que hirientes lágrimas cristalizaran su rostro endurecido. Cuando Mica volvió, ya no había rastro de Aarón. Se reunió con Nuria, que aún portaba el distintivo rosa, y cotejaron información. Nuria le dijo que el camarero había traído una nota para la señora de la bufanda rosa palo, aunque se trataba en realidad de su segunda misiva. Su contenido no podía ser más tragicómico: “Estimada Pantera. No puedo quedarme a dar explicaciones. No te gustaría conocerme. Tengo diecisiete años, aunque parezco más maduro. Verás, era todo por una apuesta con mis amigos. Al menos así empezó. Lo malo es que he acabado pillado por ti. Me gustabas mucho, y me dabas mucho morbo. Los colegas me animaban a intentar algo, pero me parece que ya te he hecho suficiente daño. Lo siento de verdad. Quiero que sepas que no pretendía reírme de ti ni que pasaras un mal rato. Yo también lo he pasado mal. No volveré al Messenger. No me busques, por favor, ya me está resultando duro así. Lo siento.”
Mica estaba patidifusa. Nunca se recuperó de aquello. Y su matrimonio tampoco. A los seis meses se divorciaban sin remisión. Entonces apareció Nuria. Le contó a Aarón que ella era Pantera Rosa y que la espantada era para intentar salvar el matrimonio de su amiga. Se conocieron más y se gustaron. Nunca se casaron, pero vivieron felices por siempre jamás. Eso sí, Nuria le hizo prometer a Aarón que nunca le diría a Mica que ella era Pantera Rosa. Las ex mujeres pueden ser muy envidiosas.

miércoles, 6 de abril de 2011

Elige tu propia aventura (II)

Capítulo 2

Nuria: Pero, tía, ¿estás loca?
Mica: Estoy colada por él. No me importa nada más.
Nuria: ¿Y Aarón? No me jodas, Micaela.
Mica: Nuria, mi matrimonio ha fracasado. Punto pelota. Aarón no me quiere. Creo que tiene un ciberrollo.
Nuria: ¿Qué dices, tía?
Mica: Que sí, que está todo el día en el ordenador.
Nuria: Pues como tú, bonita.
Mica: Sí, pero lo mío va en serio. Además, si él se ha buscado una guarra no sé por qué yo no puedo escaparme con Bob Esponja.
Nuria: ¿Porque vive en una piña en el fondo del mar?
Mica: ¡Bob Es-pon-ja!
Nuria: Ja, ja, ja. Estás loca, tía.
Mica: Lo voy a hacer, Nuri, me voy con él. Que le den pol culo a Aarón.
Nuria: ¡Pero si no lo conoces! ¿Y si es feo y tiene los dientes separados?
Mica: Mira, Bob me ha dicho siempre la verdad. No tiene nada de especial. No me importa que sea guapo o feo. Sólo quiero pasar el resto de la vida con esa persona que he conocido en el chat. Aunque fuera un adefesio. Me importa el interior. Y echarnos unos revolcones de muerte, que en eso no me va a defraudar.
Nuria: Ahí te doy la razón, tía, que todos los tíos son unos salidos.
Mica: Aarón no.
Nuria: No contigo, bonita. Ese se descarga con las guarras en el chat o en persona. Eso te lo dice una servidora que conoce bien a los tíos.
Mica: Voy a decirle que nos vayamos juntos. No pienso esperar a que se lo piense. Hoy mismo me cito con él en un bar. Con maletas y todo.
Nuria: Pero tía, ¿y el piso y eso?
Mica: Lo vendemos y en paz. Todo a medias. Si yo no tengo prisa en divorciarme de Aarón… mientras esté con Bob disfrutando la vida.

Micaela se levanta impulsada por una ilusión que creyó perder a los dos años de casarse con Aarón. Al principio eran felices y lo pasaban de vicio, pero poco a poco cayeron en la rutina. Aarón dejó de mirarle con esos ojitos azules inyectados en cariño y Micaela dejó de darle esos besos imbuidos de pasión. Se gastó el amor y ninguno supo cuando empezaron a notarlo. De repente ya no se querían, y eran dos años mayores. Fuera como fuera Bob Esponja, no permitiría que le volviera a pasar. Él era el hombre de su vida y no iba a desperdiciarlo.
Volvieron a chatear y Mica le juró que sería la última. Quedaron al día siguiente en el bar “La mano de Cervantes” con maletas y toda la pesca. Mica no preparó todas sus cosas. Sólo cogió equipaje para dos semanas y el neceser. La idea era subirse a su coche y desaparecer. Ya vendría después a por sus cosas. Igual hasta mandaba a Nuri; igual ella estaba en las cataratas del Niágara, o atravesando la costa azul en coche con Bob el espongiforme. Apagó el ordenador y dio un profundo respiro de júbilo. La vida empezaba mañana. Hasta se planteaba tener hijos con Bob.

Aarón oyó a su mujer suspirar con vehemencia. Parecía muy contenta. Se preguntaba qué pensaría cuando al día siguiente se diera cuenta que su marido no iba a volver. Que se había marchado con un ángel que había conocido por Internet, una joya de valor incalculable, una diosa insondable. Bob Aarón Esponja se acababa de citar con Pantera Rosa para fugarse de sus casas, de sus cónyuges, de sus tedios personales. Los dos estaban casados con seres aburridos y decepcionantes. En cambio ellos eran divertidos, excitantes, llenos de emoción y pasión por vivir. Incluso podría tener criajos con Pantera Rosa.

Mica puso al corriente a Nuria. La cita a ciegas era a las siete del día siguiente. Mica llevaría una bufanda rosa palo. Bob otra bufanda, pero amarilla y en la mano izquierda. Nuria se apostó en una mesa discreta para ver el percal. Quería ver qué cara pondría Mica al conocer a Bob Esponja. Lo mismo salía corriendo. O tal vez se enamoraban hasta las trancas. En caso negativo tenían un plan B: Nuria sacaría su bufanda rosa del bolso y actuaría, haciéndose pasar por Pantera Rosa y rechazando a Bob. Mica había pensado en todo.

Llegó la hora D y Aarón entró decidido. Llevaba la bufanda en la mano, pero oculta ésta en el bolsillo. Primero quería ver a Pantera Rosa. Sacó un libro de su chaqueta y se puso a aparentar sosiego. Nuria llevaba un rato apostada en su mesa de logística. Sin embargo, no reparó en que aquel señor que acababa de entrar llevaba la bufanda amarilla en el bolsillo, y mucho menos que era el cansino de Aarón. Es lo que tiene que se sienten de espaldas a ti.
Micaela apareció con la maleta grande, un sombrero elegante y la bufanda rosa palo en el cuello. No reparó en Nuria, y pensó que llegaría tarde. Tampoco vio a su marido, leyendo un libro y esperando a la ciber chica de sus sueños. Entonces uno de los tres descubrió el pastel.

Si quieres que Bob Aarón Esponja identifique a Pantera Micaela Rosa, pasa al capítulo 3.
Si quieres que Pantera Micaela Rosa identifique a Bob Aarón Esponja, pasa al capítulo 4.
Si quieres que Pantera Micaela Rosa y Bob Aarón Esponja se reconozcan, pasa al capítulo 5.
Si quieres que Nuria identifique a Pantera Micaela Rosa y Bob Aarón Esponja, pasa al capítulo 6.

viernes, 1 de abril de 2011

Elige tu propia aventura (I)

Capítulo 1

BOB ESPONJA dice:
Hola, tigresa.

PANTERA ROSA dice:
Pantera.

BOB ESPONJA dice:
Qué ganas tenía de volver a hablar contigo.

PANTERA ROSA dice:
¿Mal día?

BOB ESPONJA dice:
Los he tenido mejores.

PANTERA ROSA dice:
¿Tu mujer?

BOB ESPONJA dice:
Sip.

PANTERA ROSA dice:
Lo siento.

BOB ESPONJA dice:
No importa. ¿Qué tal tú?

PANTERA ROSA dice:
:(

BOB ESPONJA dice:
¿Por?

PANTERA ROSA dice:
Hoy tampoco.

BOB ESPONJA dice:
Tu marido.

PANTERA ROSA dice:
Así es.

BOB ESPONJA dice:
¿Nada?

PANTERA ROSA dice:
:(

BOB ESPONJA dice:
No me puedo creer que un tío no quiera acostarse contigo, auque sea tu marido.

PANTERA ROSA dice:
Llevamos casi tres meses sin na.

BOB ESPONJA dice:
Lo siento.

PANTERA ROSA dice:
Es que una ya necesita una alegría al cuerpo. :)

BOB ESPONJA dice:
Si quieres voy. :)

PANTERA ROSA dice:
Ja, ja, ja. No estaría mal. ¿Me lo dices en serio, Bob Esponja?

BOB ESPONJA dice:
Sip.

PANTERA ROSA dice:
Mira que estoy muy necesitada.

BOB ESPONJA dice:
Yo tampoco mojo. Es que mi mujer…puff.

PANTERA ROSA dice:
¿Tú tampoco? Ja, ja, ja.

BOB ESPONJA dice:
Es que no conoces a mi mujer. Es superaburrida. Si te tuviera a ti en mi cama no saldría de ella.

PANTERA ROSA dice:
Ja, ja, ja.

BOB ESPONJA dice:
Ja, ja, ja.

PANTERA ROSA dice:
Bob.

BOB ESPONJA dice:
¿Qué?

PANTERA ROSA dice:
Que eres un cielo.

BOB ESPONJA dice:
Y tú la diosa que lo habita. Si tú me dices ven…

PANTERA ROSA dice:
… lo dejo todo. Como lo digas en serio…

BOB ESPONJA dice:
Voy en serio.

PANTERA ROSA dice:
Ojalá estuvieras aquí. Te iba a matar a polvos.

BOB ESPONJA dice:
No me digas eso que no respondo. Mi sangre tampoco. :)

PANTERA ROSA dice:
Vámonos, Bob. Quedemos y nos escapamos.

BOB ESPONJA dice:
Para no volver nunca.

PANTERA ROSA dice:
Venga.

BOB ESPONJA dice:
Pero si no nos conocemos en persona.

PANTERA ROSA dice:
¿Importa eso?

BOB ESPONJA dice:
A mí no. ¿De verdad tienes 35?

PANTERA ROSA dice:
Sí. ¿Y tú 38?

BOB ESPONJA dice:
Sip. Pero no me has visto nunca. ¿Y si no te gusto?

PANTERA ROSA dice:
No me importa tu aspecto.

BOB ESPONJA dice:
Ni a mí el tuyo, si eres tú.

PANTERA ROSA dice:
Oye, guapo, que aún me miran por la calle.

BOB ESPONJA dice:
Eso está bien.

PANTERA ROSA dice:
Espera, voy al servicio.

BOB ESPONJA dice:
No, mejor nos despedimos ya. Mi mujer se acaba de levantar.

PANTERA ROSA dice:
¿Qué está haciendo?

BOB ESPONJA dice:
Yo qué sé. Está con el portátil.

PANTERA ROSA dice:
¿Cuántos ordenadores tenéis?

BOB ESPONJA dice:
Dos.

PANTERA ROSA dice:
Nosotros también. ;)

BOB ESPONJA dice:
Piénsate lo de huir conmigo.

PANTERA ROSA dice:
No necesito pensarlo.

BOB ESPONJA dice:
Si mañana sigues diciendo lo mismo te haré mía. Para siempre.

PANTERA ROSA dice:
No te rajes, Bob, porque me estoy enamorando de ti como una tonta.

BOB ESPONJA dice:
Te quiero, Pink panther.

PANTERA ROSA dice:
Te quiero, espongiforme.

PANTERA ROSA HA CERRADO SESIÓN DE MESSENGER

Micaela apaga el portátil y le dice buenas noches a su marido. Se muere de ganas de hablar con Nuria y contarle todo. Cuando Aarón viene a la cama ninguno dice nada. Tan sólo se dan los culos y se disputan el edredón. Qué ganas tiene Mica de contarle todo a Nuria. Lo mismo se va con Bob Esponja y rompe con su mierda de vida.